lunes, 29 de diciembre de 2014

Navidad y camas.

La Navidad es algo que Enzo no entiende, él no sabe que en estas fechas la gente se suele mostrar más amable, cariñosa, que todo son buenas palabras y deseos de felicidad para los que están alrededor.
Afortunadamente, él es siempre el mismo sea el día que sea, a lo largo de todo el año no deja de apoyar su nariz en mis piernas, de sentarse en mis pies, de mover su cola a toda velocidad por las mañanas, de mirarme de esa manera tan intensa... doy gracias porque él no intenta ser mejor por estar en Navidad, simplemente es el mejor siempre.



Abriendo su regalo
Como anécdota, os contaré que este 24 de diciembre, Papa Noël le trajo una cama para la casa de los tíos, grande como un colchón viscoelástico y como era de esperar, le hizo mucha gracia aquello de quitarle el papel, pero después no quería dormir en su estrenado regalo, él buscaba constantemente su cama de siempre, su olor, la almohada que tiene casi su forma, intentaba poner su cabeza en nuestro colchón quizás para sentirse protegido... nos ha costado un poco que esté ahí, pero finalmente lo hemos conseguido, aunque nos mira un poco enfadado.
Esto me hace entender que lo importante no son los regalos, si no aquello que está con nosotros día a día, lo que nos rodea y nos hace sentirnos seguros, lo que nos da confort... para Enzo su cama es todo eso, y le da igual que a veces se salga de ella, que se le caiga una pata por fuera o que el cojín ya no esté tan mullido, solo necesita que huela a él y a su casa, a nosotras, que se la pongamos siempre cerca de nosotros y no se nos olvide llevarla si salimos de casa, todo eso es lo que de verdad importa.
Cama de casa


Cama del campo




Y después de todo este despliegue de fotos, solo me queda desearos unos días felices, pero mejor que sea a lo largo de todo el año :)

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Enzo y yo, yo y Enzo

  Buenas tardes, hoy me toca estrenarme a mi en el blog del gordito, y como no debía ser de otra manera voy a contaros un poco mi experiencia con él.

Como ya sabéís a pesar de mi pánico hacia los animales, deseaba tener un labrador, soñaba despierta imaginándome corriendo junto a él, paseando ... Lo que jamás pensé ni una pizca es que cuando el pequeño Enzo llegó, mi mundo cambió sin yo apenas darme cuenta.

Desde el primer día estuvimos solos mano a mano, horas y horas en las que Laura debido al dichoso doblaje estaba fuera de casa. Así empezó todo, lo primero que hizo fue hacerme reír viéndole resbalarse por el suelo de lo bolita que estaba. Más tarde ya me enseñó lo cabezota que podía llegar a ser al no querer andar con la correa y en las últimas horas de ese primer día, me enseñó una de las lecciones más importantes que me ha enseñado nadie nunca, él iba a estar junto a mi pasara lo que pasara , de la manera más fiel que había conocido , me iba a hacer reír, llorar de miedo por temor a su dolor, a que le pasara algo, y sobre todo me iba a enseñar a ser constante, responsable y como yo digo, un poco "mamá" , y esto no es porque lo considere mi hijo , se que es un perro, MI PERRO,  porque con él he tenido que ser fuerte, enseñarle lo que se hace y lo que no  a pesar de que sus caras me digan, porfa dame de tu comida, déjame subir a la cama...., sentir la separación aunque  sea por unas horas y sufrir el no poder estar con él en todo momento.
Sí,  ahora he pasado de cruzarme de acera o salir corriendo por ver un perro , a ser casi la loca de los perros. A buenas horas me iba a ver yo con mi perro e intentando rescatar a otro callejero, dándole de comer, o simplemente acariciándolo.

Para mi la llegada de Enzo ha supuesto un antes y un después muy grande, a parte del tiempo que también a ayudado mucho él me ha hecho crecer como persona. He aprendido sobre todo que lo importante no son las palabras sino los hechos, los momentos y la constancia. Que el amor por algo o alguien puede aparecer en cualquier momento y de la manera menos esperada.
En resumen y sin querer aburriros mucho más deciros que gracias a él aún he agudizado más mi vena artística, el sentimiento de soledad ya no está en mi porque siempre está él, mis miedos han desaparecido al 100% porque él está a mi lado, y sobre todo gracias a él hoy somos una pareja de tres.



Un perro no sabría qué hacer con un coche de lujo o una casa o con ropa de diseño, se conforma con un palo empapado. A un perro no le importa si eres rico o pobre, listo o bobo, inteligente o tonto... si le das tu corazón te entregará el suyo. ¿De cuánta gente podrías decir eso?. ¿Cuánta gente puede hacerte sentir excepcional, puro y especial?. ¿Cuánta gente puede hacerte sentir extraordinario?.
(Párrafo de la pelicula : Una pareja de tres)



martes, 16 de diciembre de 2014

Los amantes de Teruel

Luna y Enzo son dos amantes separados por una valla, a veces blanca, a veces negra.
Ella es una amazona que corre a la velocidad del viento, depredadora y majestuosa en todo su esplendor. Él, un pobre lacayo que limpia sus zapatos y obedece órdenes aunque a veces no las entienda.
Ambos se observan desde la distancia más completa, se intuyen, y sueñan con el día en que nada se interponga entre los dos.
En ocasiones, aparece entre los barrotes una pata que quiere tocar, un hocico que quiere oler, o unos ojos que desean estar más cerca. Y es en ese instante cuando piensan que quizás el momento soñado esté a sólo un paso, que la hora de romper las cadenas y saltarse las normas ha llegado, pues no pueden seguir viviendo alejados por esos centímetros que permiten verse, rozarse, pero no tocarse y sentirse en plenitud.

Durante el día, hay pequeños espacios de tiempo en los que la valla se abre, pero Luna es condenada a esperar sentada y aparentar que nadie pasa por delante, y Enzo es conducido como un rayo a su prisión donde duerme, aunque eso es lo que piensan los demás, en realidad él está recreando en su mente el preciso segundo en que ambos estuvieron más cerca que nunca. Ese momento les sirve a los dos para no morir de angustia hasta la próxima vez que sus cuerpos se crucen.

Pero llegó aquello que siempre desearon; se abrió la cancela y aunque nunca solos, pudieron pasar un tiempo precioso en el que ambos andaron, se olieron, se reconocieron y y la longitud de sus correas les permitió hablarse al oído y decirse todo lo que habían memorizado en años, algo que nunca nadie sabrá.

Enzo y Luna son como los amantes de Teruel, pero nada de tontos... más bien reina ella y sirviente él.


https://www.youtube.com/watch?v=U0C6SV5AVoY




lunes, 15 de diciembre de 2014

Cuando más te necesito.

Hoy, para cambiar con respecto a las otras entradas, quiero hablar en presente, de cosas que pasan en el día a día con Enzo.

De normal puedes encontrarlo durmiendo en su cama, en una esquina del salón, enroscado todo lo que puede y con episodios de ronquidos y suspiros alternos. Es una de las cosas que más adoro hacer, mirarlo mientras sueña, cuando se levanta, se estira todo lo grande que es, y se vuelve a acostar, cuando mueve la cola en sueños, o cuando abre los ojos medio durmiendo y me mira pensando: ah, sigues ahí...
Pero hay veces en las que necesito sentirlo cerca, y desde que hace más de año y medio mi rodilla no me permite agacharme con él, me resulta imposible acurrucarme si no es subiéndolo al sofá. Muchos especialistas en psicología canina lo prohíben tajantemente, pero pienso que mientras se suba solo cuando tú se lo digas, y se baje cuando se lo ordenes, no hay problema alguno, simplemente debe obedecerte.

Hoy era uno de esos días, se acercan las horas de la tarde en las que sufro mucho, tanto dolor me hace sentir una angustia importante cuando veo que llega el momento y tengo la necesidad de que me de su calor, y sentir el peso de su cabeza sobre mi cuerpo. Así que lo llamo desde el sofá, se despierta medio sobresaltado y le digo: "ven, sube que te necesito cerca", él llega de un salto con todo el cuidado de que es capaz, pega todo el lomo a mi, y se deja caer con la cabeza sobre mi rodilla maltrecha... es cierto que me hace daño en el primer momento, pero luego se pasa.. él hace que el dolor se vaya y que sea capaz de aguantar la incomodidad de no moverme durante unas horas. Sabe que el contacto de su pelo con mi pijama es un bálsamo de bienestar, y el calor de su piel traspasa la tela y me llena de tranquilidad, justo lo que más falta me hace.

Es posible que ellos no entiendan lo que nosotros pensamos que entienden, es decir, que lo que para nosotros es cariño, para ellos puede significar algo distinto, pero qué queréis que os diga, si tenerlo en contacto físico conmigo me alivia, no voy a dejar de hacerlo mientras no desencadene conductas erróneas en él, y por el momento, no ha sido así. 

Acariciarlo cuando estoy angustiada me baja las pulsaciones, mirar cómo duerme a mi lado hace volver el optimismo, y si en un descuido él roza mi pierna cuando se despereza, aparece una sonrisa en mi cara que vale más que cualquier norma de conducta canina.  

Gracias por estar y ofrecerme lo mejor que tienes, sin explicaciones, sin reproches y sin medidas, por cuidarme en tu distancia y hacer que las cosas sean mejores si te quedas.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Incidencias varias

Cuando se tiene un perro, uno se arriesga a vivir algunas cosas malas, como son enfermedades, incidentes, pises en sitios indebidos, pelos por toda la casa y ciertos comportamientos indeseables. En caso de Enzo, la primera y gran incidencia fue la mordedura de un perro:

Tendría unos tres meses más o menos cuando nos decidimos a llevarlo a ver a otro perro (perra más bien), reconozco que no sabíamos prácticamente nada sobre psicología canina y nos lanzamos a la aventura sin más armas que nuestra ilusión de verlo jugar y divertirse.
Algo empezó a notarse en el ambiente cuando al entrar en el inmenso campo donde vivía la perra, ésta se puso tensa... y al abrirle la valla que limitaba sus movimientos fue directa a "reconocer" al cachorro recién llegado. Fue un momento terrible, algo que sucedió en pocos segundos pero que se grabó en nuestra memoria con todo lujo de detalles. Yo tenía atado a Enzo con la correa, pero él alcanzaba a estar con otra persona tumbado en su regazo. Cuando la vi acercarse el instinto me hizo tirar de la correa hacia mi, justo cuando ella clavaba sus dientes en la pata trasera izquierda y en la barriga de Enzo... posiblemente al tirar de él le hizo un desgarro bastante importante en la pata, pero si no lo hubiera hecho, quizás hubiera sido peor... conseguí separarlo de sus dientes y llevármelo en brazos hasta la casa, mientras la perra me perseguía y los demás intentaban hacerse con ella. Una vez a salvo, descubrí en mis brazos rastros de sangre y heces, y a Enzo temblando como una hoja de papel, los gritos que daba nunca se me van a olvidar, me daba hasta miedo mirarle la herida por lo que me pudiera encontrar.
Lo demás, lo recuerdo en medio de una nebulosa: llamada al veterinario, curas de urgencias y aquella enorme campana que le pusieron al pobre, que era más grande que él.
Al no tener todas las vacunas puestas tenía más riesgo de infección, y nos tocó vivir unas semanas de cuidados máximos, curándole con tanto mimo que nos olvidábamos de que era un perro (sólo un perro).
A día de hoy, solo una marca en su pata delata aquello que sentimos, aquella angustia, el miedo, las lágrimas y el sofoco de no saber qué pasaría. Y como consecuencia de todo aquello, lo protegimos tanto que no sabe relacionarse del todo con otros perros... de eso nos dimos cuenta con el tiempo, cuando empezamos a ver comportamientos extraños en él. Es importantísimo sociabilizar al perro desde el minuto uno, para que aprenda a ser perro, y a comportarse en cualquier momento.

Como ya he dicho, esto fue solo el primero de algunos disgustos, es algo que va de la mano junto a las cosas buenas, pero es inevitable sufrir por ellos y sentir angustia y miedo cuando los ves enfermos.
Enzo siempre ha sido un pupas, pues cuenta en su haber con infecciones de oídos, ojos, pezones, heridas en patas, morro y cuello, diarreas, vómitos y un largo etcétera... pero no por ello vamos a dejar de cuidarlo como él se merece, porque como siempre decimos, no es "solo un perro", es mi amigo, mi compañero de viaje, quien me acompaña cuando soy yo la que está enferma, el que me hace sonreír a diario (y no todos pueden decir algo así), quien me entrega lo mejor de si mismo a veces a cambio de nada, y quien completa mi vida al 100%, y me siento agradecida por tenerlo a mi lado aunque a veces me de disgustos, o me quede en vela pensando en su bienestar... yo sé que él me devuelve todo eso en forma de un amor pleno.


Primer día en casa, primeros pensamientos.

Para empezar por el principio, tengo que hablar de cuándo concebimos la idea de tener un perro.

María siempre ha tenido miedo a los perros, ella tiene la imagen grabada en la mente de cuando su perra Luna llegó a su casa, y siendo un cachorro de apenas un mes tuvo que subirse encima de una silla porque le aterraba que le pudiera morder. Como iniciación no está nada mal... Pero con el tiempo y más animada, se hizo a la idea de comprar un labrador, negro para más señas (a día de hoy no volvería a comprar, me encantaría adoptar) y poco a poco ese sueño se fue haciendo un hueco en nuestras ilusiones.
Recuerdo que fuimos a una tienda de animales y allí nos ofrecieron un cachorro que nacería en pocos meses, pues tenían a una labradora preñada y aún quedaban disponibles.
Entonces vino el tormento de elegir el nombre... esto no pasa como con los bebés, que vas haciendo listas con los mejores y de ahí buscas el que más te guste... no, en este caso se piensa un nombre y te dedicas a simular que lo llamas así por todos los sitios: "Jerry tráeme la pelota"... no, no queda bien, "Truco, ven aquí Truco!!" no, ese tampoco, "Bob, siéntate, siéntate Bob" no, no me sale llamarle al perro Bob... hasta que María dio con el definitivo... ENZO (qué bonito nombre tienes...) y de ahí en adelante, esa fue la palabra más bella que podemos pronunciar... "Enzo, dame la pata", "Enzo, gira", "Enzo, deja de roncar", Enzo, Enzo y más Enzo ¿qué puedo decir? se me llena la boca de él.
Pero no todo fue tan bonito como lo imaginábamos, y aquél cachorro que teníamos reservado murió al poco de nacer, al caerle una bolsa de orugas y provocarle una reacción alérgica importante... la desilusión nos dio una buena bofetada, pero nos ayudó a buscar a Enzo (esta vez sí) con más ahínco todavía. Eran tantas las ansias que lo miramos por internet en una web de anuncios, en un criadero de Sanlucar de Barrameda les quedaba uno negro, y queríamos que ése fuera el nuestro. Enseguida hicimos los trámites y en unas pocas semanas estaría en casa. ¡¡¡Qué ilusión, qué nervios!!! preparamos su cama, algunos juguetes, el cuenco del agua y de la comida, la correa con el collar... en fin, todo lo que un perro pudiese necesitar, solo quedaba esperar su llegada.
Primera foto de grupo :)
Y llegó una mañana del 13.5.2010 bien temprano, en un transportín un tanto sucio, hecho una bola de pelo negro enredado y oliendo a cachorro, había pasado la noche a unos metros de casa, en la empresa de transporte, tan cerca que no sé como pudimos contenernos y aguantar hasta esa mañana. Pero estaba allí, por fin... ese perro iba a cambiar nuestras vidas.
Cuando le abrimos la puerta del transportín lo primero que hizo fue morderme la bata que llevaba, no sabía que eso me iba a traer consecuencias, y por eso, si el día de mañana vuelvo a tener otro perro, no le dejaré que invada mi espacio de aquella manera. María estaba más apartada (recordemos el miedo que tenía) y quizás por eso el respeto entre ambos se instaló enseguida. Olió, olió y volvió a oler, tras lo cual se tumbó en suelo y a dormir todo lo largo que era (¡¡qué iba a ser largo!!). Lo despertamos para hacernos la foto de rigor, la primera de tantas que vendrían después, y que aquí dejo como un recuerdo que adoraré siempre.
Ese día yo tenía que trabajar por la tarde, así que podéis imaginar las ganas que tenía de

separarme de aquella bolita de pelo tan preciosa. Lo llevamos a casa de mis padres para hacer las presentaciones oficiales, hicimos más fotos (más, más), y llegado el momento me despedí de ellos con gran dolor de corazón.
Pero las cosas no acabarían ahí, como todo cachorro sin vacunas, tenía prohíbido pasear por la calle para evitar infecciones, y a la buena de María no se le ocurre otra cosa que llevárselo metido en su abrigo a hacerme una visita express... ese fue uno de tantos momentos memorables que hemos podido vivir con él, ver cómo asomaba a través de la cremallera de su abrigo un morrete chato, húmedo, y unos ojos todavía azules que miraban en derredor con intensa atención... ya quedaban menos horas para volver a casa junto a los dos.


Para empezar no está mal, su primer día pasó entre mimos, siestas eternas, descubriendo el entorno y haciéndonos a la idea de que ese pequeño ser era nuestra responsabilidad y que su bienestar corría de nuestra cuenta... ay Enzo, quién nos iba a decir aquél día, que tras más de cuatro años y medio, serías tan importante para nosotras.

Enzo saluda al espacio cibernético

Siempre he querido abrir una ventana como ésta a la vida de Enzo, para poder contar sus historias, sus más y sus menos (que siempre serán más que menos), para poder sacar de dentro lo que siento hacia él y que de alguna manera perdure en el tiempo.
Así que hoy, con la lluvia como melodía, ha llegado el momento... él duerme hecho un ovillo en su cama, está soñando porque mueve sus patas adelante y atrás como si quisiera alcanzar esa pelota que le tiro en sueños. Él no lo sabe, pero aquí comienza el relato de su vida.
Estos ojos que dicen tantas cosas...